lunes, 26 de noviembre de 2012

Ella.

Mi vida. La base de toda mi vida. Ella, la música. La única que ha estado, está y estará siempre en mi vida. A mi lado. Aquella que nunca se va, nunca me abandona, aquella que siempre está ahí para escucharme. En los buenos momentos. En los malos momentos. En la euforia. En la depresión. En cualquier momento, lugar. Por cualquier razón, por muy tonta que sea.
Cuando la vida no me da respuestas, no me da un camino, cuando nada tiene sentido, cuando parece que todo ha a acabado, o que todo empieza.
Todas y cada una de las notas musicales que entran por mis oídos le dan sentido a mi vida. Es ella por la que estoy aquí hoy. Es ella la que me a ayudado siempre. Es ella la que jamás me ha traicionado, la que se quedó siempre a mi lado cuando todo el mundo desapareció. Cuando todo cambió. No hay palabras para describir lo que siento cuando la escucho. Me hace sentirme. Me hace valorarme.  Me ayuda a darle sentido a todo lo que un día dije que no servía de nada, entre ellas, mi vida. No hay ningún otro sentimiento más grande que escuchar la música atravesar mis oídos. Mi música. Todas y cada una de las canciones que escucho cada día de mi vida. Esas que me acompañan cuando sea.
Por muy triste que esté. Por muy contenta que me sienta. Por muy insignicante que pueda llegar a sentirme. Sólo ella. Nunca podré agradecerle lo que hizo y está haciendo por mi. Esos momentos en los que no quieres saber nada de nadie. De nada. Sencillamente quieres cerrar los ojos y escuchas las letras perfectas en forma de notas musicales, capaces de calmar mis sentimientos alterados, nerviosos. La escucho. La siento. Noto como atraviesa todo mi cuerpo y me produce una sensación única, es como si.... pudiese volar.

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